martes, 5 de febrero de 2013

Noche tras noche


Noches de polvo y ruina,
oscilando entre la locura y la resaca,
meciendo como un péndulo de hielo,
espera el final para volver a comenzar.

Hechizo.
Ácido que juega entre sus poros.
Comienza a marchitar y
empieza su ocaso.
Se siente plácido.
Fin.

Amanece entre la oscuridad de su rostro.
La luz le ciega y le apaga.
Taciturno espera la noche que
amaine su desesperación.



Jorge Luis Palomo.

Como ese poema

Seamos como ese poema,
perfecto, que te cierra los ojos
y te abre la mente.

Seamos como ese poema,
sencillo, capaz de cautivar
al corazón más complejo.

Seamos como ese poema
que nunca leíste, pero
siempre recitaste al sonreír.

Seamos como ese poema
que busca un final, y nadie
se atreve a escribir ese último punto.

Seamos como ese poema
que habla de amor
y que nunca nadie leyó.

Seamos como ese poema,
abstracto, que nunca entendiste,
y nunca quisiste comprender.

Como ese verso efímero
que le da sentido a todo un libro.



Jorge Luis Palomo.

martes, 13 de diciembre de 2011

Cada mes, cuando se repiten los dos dígitos de mi calendario, vuelvo allí. Siempre me pregunto por qué, pero no puedo evitarlo y aunque me sienta estúpido, mis pies andan mientras cierro los ojos y te veo esperar.
Respiro profundamente, cuento hasta tres y abro los ojos. No estás. Nunca estarás. Sólo te he visto alli una vez, me estabas esperando, fumando un cigarrillo. Era la noche de nuestra primera cita.
Ahora espero yo. Cuando llego, fumo un cigarrillo, y aguardo, con la mente en blanco, a que vuelvas a ese lugar, no sé, quizás porque me eches de menos, o quizás porque vayas a esperar a otro chico, pero al menos, con la esperanza de que la escena se repeta una vez más.

Jorge.

viernes, 1 de julio de 2011

Mis noches con ella.

Me puedo pasar la noche en vela
mirando la luna y las estrellas,
pero prefiero dormir para soñar
mis noches con ella.

La noche es mi mejor aliada
se funde conmigo y me envuelve,
me dibuja el camino a mi hada.

Me muestra reflejada en la luna
su cuerpo mientras duerme,
mientras su respiración profunda
marca mis latidos intermitentes.

Hay una pausa, mi cuerpo palpita
mientras su aliento me lo ordena,
su sonrisa marca el ritmo,
un solo tic, el tac nunca llega,
pues ahí, el tiempo se congela.

Jorge Palomo.

sábado, 11 de junio de 2011

Walking around

Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
Navegando en un agua de origen y ceniza.

El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.

Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío

No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tapias mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.

No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.

Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.

Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.
Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.

Pablo Neruda

lunes, 6 de junio de 2011

Amor imaginario

No sé a quien escribo,
eres una silueta que me persigue,
que enreda mis pensamientos
y la luz te hace más oscura.

No te conozco, ni siquiera existes,
pero te siento, y te deseo,
noto tu aliento si me invade el odio
que provoca tu inexistencia.

Un gritó me despertó de repente,
un grito insonoro, imaginario,
en el que pedías que te susurrara
aquella palabra interminable
llamada amor.

A la luna pregunté si era posible
enamorarme de ti, sin conocerte,
no me respondió.
Tan solo envió una brisa de viento
me señaló en mi veleta un camino
empedrado, por el que te busco yo.

Jorge Luis Palomo.

martes, 24 de mayo de 2011

Material defectuoso.


Por fín! Ya tenemos nuevo disco de Extremoduro y, aunque me he pegado un buen atracón, quiero seguir degustándolo.
El nuevo disco es como me lo esperaba: no demasiado cañero, si no más tranquilito. Y aún así, me encanta. La primera impresión es que me gusta más que el último (La ley innata), siguiendo el mismo estilo más o menos.
Las letras me parecen maravillosas, es muy recomendable escucharlas con la letra delante, porque son simplemente geniales.
Son 6 canciones, pocas pero largas, aunque no se ponen pesadas, y la verdad es que todavía no se si destacar una frente al resto. Todas me parecen buenas, y con el tiempo cada uno tendrá su favorita...

lunes, 23 de mayo de 2011

La lucha del pueblo

Con nuestro ardiente corazón
derritiremos esas cadenas,
que nos retienen, que nos atan,
que nos convierten en marionetas.

Con nuestros puños,
romperemos esa muralla,
que nos aleja, que nos impide,
ser realmente libres, personas.

Con el sudor de nuestro cuerpo,
de nuestras almas y mentes,
apagaremos ese fuego,
que nos quema, que nos prende,
que intenta derretirnos la razón.

Pero lo apagaremos, y nuestras
lágrimas de alegría y victoria
no le dejarán avivar sus llamas.

Jorge Luis Palomo

domingo, 22 de mayo de 2011

Nuestro camino

Nos pasamos un tercio de nuestra vida durmiendo. Los dos restantes, lo pasamos persiguiendo a ciegas algo que no conocemos, que ni siquiera sabemos si existe. Pero estamos convencidos de ello. A veces pienso, que quizás, deberíamos parar de buscar aquello que no vamos a encontrar, y disfrutar de esos pequeños placeres y momentos que, por alguna razón, hemos encontrado sin haberlo buscado, aquellas pequeñas cosas que, quizás, nos han encontrado a nosotros con el único de fin de hacernos felices.

Jorge Luis Palomo

sábado, 21 de mayo de 2011

Pablo Neruda.

Hoy voy a coger prestado un poema de una de sus obras más famosas:


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: “La noche esta estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos”.

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.


Pablo Neruda. Poema 20 de "20 poemas de amor y una canción desesperada".